¿Te has preguntado alguna vez quién tiene el poder sobre tu estado de ánimo?
La primera respuesta que nos viene a la mente, es… «hombre, pues yo, claro…». ¿Sí? ¿Seguro?
Si lo pensamos un poco mejor, es fácil tomar conciencia de que, con frencuencia, damos mucho poder a los demás sobre nuestro estado de ánimo y lo peor es que ese poder lo perdemos nosotros; en el momento en el que decido cogerme el disgusto del siglo por el último «comentario chorra» que me ha hecho fulanit@, le estoy dando poder para que influya ¡y en qué medida! en mi estado de ánimo.
¿Es eso lo que quiero? Yo no… mi estado de ánimo, lo decido y lo elijo yo. Claro que me enfado, claro que siento emociones que me desagradan, pero yo elijo lo qué hago con esas emociones, yo tengo el poder, no se lo doy a otro.
Si quieres saber más acerca de cómo el Coaching te puede apoyar a conservar tu poder… contacta conmigo.
¡Feliz Semana!