Hoy quiero hablaros de una herramienta que comparto mucho en las sesiones y en los talleres. A mí me ayuda especialmente en esos momentos en los que siento que me estoy rayando con algo que ha pasado. Es un recurso en el que te puedes apoyar, cuando sientas que tus emociones te están secuestrando más de la cuenta, y que yo llamo: Escritura Integrativa.
Como tal vez sabrás, tenemos dos hemisferios cerebrales: el derecho, más emocional y el izquierdo, racional – en este último reside el lenguaje. Cuanto utilizamos este tipo de escritura, integramos el funcionamiento de ambos hemisferios al poner en palabras (hemisferio izquierdo) nuestras emociones (hemisferio derecho). De esta manera, favorecemos la gestión inteligente de nuestras emociones, pues al igual que al aceptarlas, su intensidad se reduce cuando hablamos o escribimos acerca de lo que sentimos. Este proceso de integración de ambos hemisferios, nos ayuda además a procesar las emociones que hemos sentido y a evitar que se queden pendientes de digerir, con todas las consecuencias que esto puede tener para nuestra salud física y psicológica.
Para ello, cada vez que hayas vivido una situación emocionalmente «intensa», puedes buscar un momento adecuado para ti y empezar escribiendo – preferiblemente a mano – qué ha sucedido, cómo te has sentido y cuáles son tus preocupaciones al respecto. Durante esta primera fase, deja salir tus emociones, deja expresarse a tu lado más infantil e instintivo. Por ejemplo: he hablado con un amigo y me ha contado que el virus está afectando la salud de algunos miembros de su familia, se ha puesto a llorar, me he sentido impotente por no poder darle un abrazo. Después he empezado a pensar lo terrible que sería que alguien de mi familia también se viese afectado, me he empezado a preocupar y me he puesto muy nervioso…
Cuando hayas terminado con la descarga emocional, empieza a dejar que tu parte más racional y madura te apoye y te conteste, respondiendo a preguntas como: ¿realmente ha pasado lo que temo? ¿Qué puedo hacer la próxima vez que esto suceda? ¿Qué he aprendido? ¿Qué herramientas podría utilizar? ¿Qué probabilidad hay de que esto ocurra? En el ejemplo: bueno, realmente es completamente lógico que me haya sentido impotente, es una situación objetivamente triste y soy una persona empática… para la próxima, lo que sí puedo tratar de evitar es montarme la película de terror que me he montado y tratar de no dramatizar tanto. Adelantar acontecimientos que tal vez no sucedan solo sirve para sufrir. Ya cruzaremos ese puente si llega, ahora voy a distraerme con un vídeo de Late Motiv.
Pues espero que te sirva, y como siempre te digo, no dudes en comentar (en el post o por correo a lolahernandez.coaching@gmail.com) cualquier dificultad que te surja al poner en práctica estas herramientas. Estaré encantada de orientarte, de verdad, sin compromiso.
Aprovecho para recordarte que en julio nos veremos en el taller de Autocoaching y que volverá a ser online… todavía tenemos que ser prudentes con el coronabicho… 😉 ¡Que estés bien!