En ocasiones, la vida «nos sonríe» y nos resulta muy sencillo devolverle la sonrisa… nos sale automáticamente, sin esfuerzo, a veces incluso nos cuesta no sonreír… ¡estamos tan contentos! ¿Verdad?… Que se nos transparenta la alegría por todos los poros.
Hoy me quiero centrar en el proceso inverso, en los momentos en los que lo que se nos «lee» es otra cosa. Mi sabio hermano Nano, que dicho sea de paso siempre ha sido una referencia humana para mí, decía ya hace mucho tiempo en una de nuestras largas y «recargantes» charlas, que hay que sonreír en los malos momentos; aunque al principio, lo que te sale es una especie de mueca, y te queda ciertamente un poco extraña, poco a poco, esa sensación va calando dentro de ti y algo empieza a transformarse.
No estoy queriendo decir con esto que haya que negar las emociones, no, no… eso es otra cosa nada recomendable, por cierto; lo que digo es que pruebes a sonreír cuando te sientas por ejemplo triste, que sonrías desde dentro, que imagines a todas tus células sonriendo con dulzura, con consuelo y dejes que esa sonrisa salga al exterior. (Ya solo el hecho de imaginar unas células con sonrisa… ¡no me digas que no tiene gracia!) Y a continuación… párate… ¿Qué ha pasado dentro de ti? ¿Y fuera? La tristeza te va a seguir acompañando el tiempo que necesites, pero tú no te vas a aferrar a ella y tu disposición va a ser muy diferente.
Por formación y deformación profesional, desconfío de entrada de los prejuicios, al fin y al cabo son sobregeneralizaciones que dejan por el camino mucha información relevante; las necesitamos para simplificar el procesamiento de la enorme cantidad de información a la que estamos expuestos, pero necesitamos ser conscientes también de su «pobre apreciación».
Bien, cuento esto porque siempre nos han contado que los alemanes son «muy secos y muy rígidos en su comportamiento», y sin embargo, raro es el día en que no me devuelven la sonrisa por la calle, en el metro o en los establecimientos, especialmente las mujeres, y con frecuencia acompañan esa sonrisa de un saludo y a veces, incluso, de un comentario.
Con el «Lenguage No Verbal» (que por el momento gana por goleada a mis conocimientos del verbal alemán… ¡Lo orgulloso que estaría Paco Yuste! Mi Tutor…) las mujeres alemanas «en general»… transmiten una empatía femenina que está muy lejos de esa supuesta falta de flexibilidad alemana.
Te invito por tanto a sonreír más, especialmente cuando no te apetezca… ¿Crees que no es posible? Llámame y ya verás cómo nos reímos…
Lola, yo soy una gran fan de la Sonrisa, de hecho creo que no tengo problema en reirme a menudo de mi misma y de las circunstancias.. Sin embargo, hay veces que me pongo muy seria al hablar en público y eso lo quiero empezar a cambiar.. Me ha encantado lo de imaginar nuestras neuronas sonriendooo.. La sonrisa interior..
Felicidades por el artículo, es un regalo!!
Mer
¡¡Gracias Mer…!! Tu comentario es otro regalo. Precisamente esta mañana, mientras me preparo para la charla la semana que viene, repasaba las anotaciones de mi proceso de coaching con Ana, y encontraba una clave que nos puede servir para esas situaciones: «cuando nos ponemos serios y sentimos timidez» lo que nos ocurre es que nos estamos juzgando…: «no lo voy a hacer bien», «no les va a interesar», «mira qué cara de aburrimiento se les está poniendo…». Como dice Ana, nos ayudará mucho dejar de juzgarnos y sustituir ese juicio por una autovaloración desde el cariño, para que sintamos internamente y con fuerza el apoyo que surge desde nuestro interior. Así que creo que voy a empezar a imaginarme a mis neuronas en posición de abrazo y amor incondicional… aunque lo haga como el c… quiero decir, de pena… Jaaaaa jajaja.
También me está ayudando recordar la peli de «El Discurso del Rey»: si ese hombre fue capaz de superarse desde el punto en el que se encontraba… ¡yo también!
¡Un besazo!
No he dejado de sonreír de la primera a la última palabra. Me quedo con la frase en la que dices que la tristeza te va a seguir acompañando el tiempo que necesites. Una vez más… ¡¡¡ gracias Lola !!!
Muchas gracias a ti Sergio, la verdad es que no me sorprende… tú eres de buen sonreír… 😉