Todos pasamos por crisis a lo largo de nuestra vida, unas veces son cortas, otras largas, en ocasiones profundas y en otras, superficiales. Son momentos muy reveladores para nuestra vida pues nos ayudan a tomar conciencia de que algo que es importante para nosotros, no va bien, y nos motivan para que lo solucionemos.
Ocurre que en ocasiones, cuando se juntan dos de los parámetros antes mencionados: larga y profunda, pasamos por momentos difíciles que no nos permiten pensar con claridad ni actuar con determinación. En esos momentos, podemos estar experimentando un pico de ansiedad o depresión y no estamos en condiciones de hacer un proceso de coaching.
Como explico a mis clientes, para hacer coaching, necesitamos estar un “poquito bien”, sentir un mínimo de estabilidad, que nos permitirá aprovechar y sacar un buen rendimiento del proceso. ¿Y dónde se encuentra ese mínimo? Pues como suelo explicar también, las emociones se parecen poco a las matemáticas, cada caso es diferente, cada situación es distinta y hay que analizarla con atención y profesionalidad, antes de iniciar un proceso.
Conviene aclarar que coaching no es terapia, los coaches disponemos de una metodología y de un conjunto de herramientas muy potentes, pero conviene asentar desde el principio expectativas realistas, en las aproximadamente 7/10 sesiones que puede llegar a durar un proceso de coaching, no vamos a trabajar en profundidad un trauma de la infancia, si eso es lo que necesita el cliente; si lo que necesita es poner en práctica herramientas que le ayuden a, por ejemplo, mejorar sus relaciones en el momento presente, sí podemos conseguir mucho a través del coaching.
En ocasiones, se puede dar el caso de empezar el proceso y a las pocas sesiones, percibir que no está progresando, que nos estamos atascando con algo; en estas situaciones lo mejor es hacer un paréntesis, trabajar aquello que sea que está interrumpiendo, y continuar después con el proceso.
Lo que sí quiero decir es que igual que invertimos mucho tiempo y recursos en cosas, a veces accesorias, no debemos “sufrir innecesariamente”: hace poco hablaba en otro post de nuestra increíble capacidad de adaptación… y hoy vuelvo sacar el tema para recordarte que puedes incrementar notablemente tu bienestar y recuperar el control de tu vida, si trabajas ese tema que tú sabes que tanta energía te está quitando.
¿Cuándo por tanto es el mejor momento para hacer coaching? Antes de entrar en la curva descendente de una crisis profunda, para prevenir, después de esta crisis, cuando empezamos la curva de ascenso, o en cualquier momento si la crisis es más superficial. Lo que debes tener presente es que ya has pasado otras crisis en tu vida, y esta también pasará, lo que influirá en que no se vuelva a presentar con más fuerza, será tu determinación para trabajar en el tema que la ha generado. Si en esa tarea quieres el apoyo de un profesional, estaré encantada de apoyarte.
Gracias Lola por esta explicación tan buena de cuando y como afrontar el proceso de coaching. Recuerdo aquello de «aquí se viene llorado» que encierra un poco la esencia de lo que dices, creo. Gracias por recordarlo y aportar claridad a este aspecto.
Un abrazo!
¡Hola Polo! Gracias por tu comentario; no sé por qué, el blog ha enviado tu comentario a la papelera ¿? ¡Cosas de la tecnología! Pues verás, en realidad me refiero a otra cosa, me refiero a que hay a nuestra disposición diferentes soluciones cuando necesitamos trabajar algún tema, dependiendo de qué tema sea y del enfoque con el que queramos trabajarlo. Lo que comento en la entrada es que con el coaching podemos trabajar solo determinados temas y con un enfoque basado en la acción, pero para otros enfoques/temas hay otras soluciones que pueden estar muy bien indicadas. ¡Gracias de nuevo y besitos!
Gracias por el post, aunque si bien soy psicóloga de formación, mi especialidad es el Coaching y el desarrollo personal. Gracias de nuevo y enhorabuena por vuestra web!!