Hola a tod@s!
Hoy quiero escribir sobre un tema que relaciona la proactividad y la pasividad. Ya he compartido varias veces con vosotros que soy una gran defensora de la proactividad, de hacer cosas para conseguir lo que queremos, de hacer lo que esté en nuestra mano para acercarnos a aquellos logros personales o profesionales que estemos persiguiendo.
Sucede que, en este afán proactivo, en ocasiones nos encontramos empeñándonos a toda costa en conseguir este trabajo, esta amistad, esta pareja, este piso al que le hemos echado el ojo… y no contemplamos otras opciones.
Para complementar esta visión, hoy quiero fijarme en las ventajas que tiene también soltar el control, dejarnos llevar, fijarnos en lo que pasa a nuestro alrededor y tomarlo en consideración, aunque lo que suceda no haya sido una iniciativa nuestra.
A lo mejor, desde esa nueva visión, nos encontramos con otro tipo de empresas, incluso con otro rumbo profesional. También puede suceder que aparezcan amistades donde no nos habíamos parado a mirar, o una inesperada pareja, si eso es lo que estábamos buscando… Puede ser, que esa nueva experiencia sea mucho mejor que aquella por la que tanto estábamos “luchando” (gerundio que ya suena… pesado y desgastante)
El universo provee, y a veces no nos PARAMOS A RECOGER… ¿Qué tal empezar a abrir los brazos y recibir algo diferente?