Escuchamos frecuentemente que la comunicación es muy importante en la pareja, en la familia, con los amigos, en el trabajo. Hace poco Antonio Jiménez, un compañero de la Universidad Camilo José Cela describía la comunicación como un “arma de construcción masiva”, me encantó, creo que es una muy buena definición del término.
Pero… ¿la comunicación es siempre un arma de construcción masiva? ¿Puede ser incluso todo lo contrario?… Desgraciadamente sí, ¿verdad? Para fomentar el primer uso, hoy quiero compartir una reflexión sobre el momento que elegimos para comunicarnos.
Seguro que a ti también te pasa, te acaba de molestar un comentario de tu compañero, tu pareja hoy está de mal humor o tu hija está alterada por el inicio de curso y en cualquier caso, recibes un exabrupto “desafortunado”: ¿qué es lo primero que viene a tu mente en ese momento? Como la mayoría de los seres humanos no somos ángeles, lo primero que suele venir a nuestra mente es otro exabrupto parecido o peor. Si damos rienda suelta a ese impulso es muy probable que entremos en una discusión “de destrucción masiva” en la que seguramente acabemos diciendo cosas de las que después nos arrepintamos. Y lo que es peor… ¿Cómo afecta eso a nuestra relación?
Yo creo que hay que parar constructivamente una reacción inadecuada por parte de otra persona hacia nosotros y para ello tenemos un montón de herramientas asertivas a nuestra disposición, con las que podemos practicar el poner límites, por ejemplo, y también es importante elegir el momento en el que nos comunicamos.
En una pareja, por ejemplo, hay muchas cosas de las que hablar, detalles que aclarar, información que concretar, emociones que dar a conocer y el común de los mortales cometemos el error de hacer esto en el momento equivocado, cuando estamos en plena discusión, y una vez que las aguas vuelven al río, cerramos el cajón de los truenos, y no volvemos a abrirlo hasta que surge la siguiente discusión ¿verdad?
Pues lo que hoy quiero compartir con vosotros es una herramienta que nos puede ayudar en estos casos a hablar más cuando tenemos que hablar… ¿y cuando es eso? Pues si hacerlo cuando estamos alterados es un mal momento… efectivamente, un buen momento es hacerlo cuando estamos tranquilos y a gusto. ¿Qué tal aprovechar regularmente uno de esos momentos para hacer un poco de “auto coaching de pareja”? No te dejes impresionar por el término, es algo tan sencillo como sentarnos a tomar algo relajadamente, y fijar un espacio de tiempo periódico (yo recomiendo una hora a la semana), para hablar de las dificultades que os estáis encontrando en vuestra convivencia, definir objetivos y tareas concretas que podáis llevar a cabo para conseguirlos. Si por ejemplo os encontráis con que con frecuencia estáis muy cansados y eso os impide reservar un poco de tiempo para divertiros, tal vez podáis explorar juntos posibilidades para que ambos tengáis espacios en los que tomaros un respiro, y que este deje energía disponible para pasarlo bien, ¡que no solo de obligaciones vive el ser humano!
Os dejo pensando y espero que HACIENDO, para que nos comuniquemos menos cuando es mejor estar calladitos y más cuando estamos relajados. Y si queréis alguna sugerencia concreta para vuestro caso, no dudéis en escribir a lolahernandez.coaching@gmail.com