Hoy empiezo reflexionando con vosotros sobre algo que me acaba de pasar, que me ocurrió también ayer varias veces y que sé que nos pasa a todos… mis clientes lo comentan constantemente y en los talleres surge una y otra vez: las borderías (*). Una vez más, no es la primera vez que escribo sobre este tema pero como es tan frecuente, creo que nos vendrá bien a todos darle un repasito.
La situación es la siguiente: tú vas tan feliz por la vida, tratas de ser amable y transmitir buenas vibraciones, o al menos neutras vibraciones, si no estás en tu día más florido y de forma totalmente innecesaria, te encuentras con un exabrupto, una bordería por parte de la persona que recibe tu mensaje y te quedas ahí plantado con cara de ¡¿eh?! ¡¿Por qué?!
¿Qué podemos hacer en esa situación? A los que somos más sensibles, este tipo de comentarios nos pueden molestar mucho… muchísimo… 😉 Incluso si no eres especialmente sensible y te pillan con un día difícil, te lo puedes llegar a tomar muy mal. Cualquiera es capaz de armar la “marimorena” y la creatividad de las respuestas a la altura de la bordería recibida en algunos casos no conoce límites… a ti también te ha pasado… ¿verdad? Yo recuerdo uno de esos lamentables días: tenía unos 20 años y después de ver sorprendentemente desplazado mi banco conmigo encima, recomendé a un grupo de chicas que se sometiesen a una estricta dieta de adelgazamiento… la cosa terminó mal…
Como supongo que todos queremos dejar de reaccionar en automático y hacerlo de forma más consciente, os voy a comentar alguna alternativa que a mí me suele funcionar. Si no tengo a la persona delante y estoy sola, suelto un exabrupto y trato de pasar página a la velocidad del rayo, fijando mi atención en otra cuestión. Si me ha molestado mucho y/o si tengo a la persona delante, me voy a dar un paseo y reflexiono sobre la necesidad de no tomarme las cosas de forma personal, recuerdo que no conozco las circunstancias que han motivado esa respuesta y tomo conciencia de que ese comentario no tiene absolutamente nada que ver conmigo, es algo que no está en mi ámbito de responsabilidad. También, según va pasando el rato y yo voy respirando, voy siendo capaz de relativizar lo ocurrido.
Si tengo una relación importante con esa persona, una vez que me he tranquilizado, busco un momento adecuado para ella y expreso de forma neutra cómo me he sentido (para ello os remito a la técnica de coaching FEEDBACK, de la que frecuentemente os he hablado; en el blog la encontráis fácilmente).
Acuérdate la próxima vez que te siente mal un comentario y si tienes dificultades, cuéntame en lolahernandez.coaching@gmail.com, a lo mejor te puedo aportar alguna otra acción que te sirva.
Te dejo pensando, no sin antes recordarte que si estás en Múnich, tal vez te apetezca pasarte por el taller de este mes: será el sábado. Más abajo encontrarás el folleto, tal vez quieras pasárselo a alguien que necesite aprender a gestionar su alta sensibilidad. ¡Nos vemos! 🙂
Más abajo te dejo también la programación de tallercitos en Múnich y en Madrid (otra vez en JUNIO) 🙂
(*) Para mis amig@s lectores de origen hispanoamericano: cuando una persona te dice una bordería, te da una mala contestación, grosera, con mala vibra 😉