No es la primera vez que escribo sobre este tema y hoy quiero volver a compartir una reflexión con vosotros: somos seres sociales y como tales, hemos sido condicionados para comportarnos de una determinada forma y ajustarnos a unas reglas no siempre escritas: seguir las directrices de los mayores, atender las necesidades de los demás por encima de las nuestras, y en culturas tan gregarias como las hispanas, tratar de no sobresalir por encima de los otros miembros del grupo, por citar algunos ejemplos.
Aprendemos, ya desde edades muy tempranas, que es importante hacer las cosas «como las hace todo el mundo» y si te sales de ese molde, como mínimo, te van a considerar «raro o rara», y no te extrañe si te colocan el «sanbenito» de conflictivo, oveja negra o asocial.
¿Cuántas cosas hacemos en nuestra contra por no salirnos de ese camino trillado? Cuántas veces dejamos de dar nuestra opinión por no contradecir a los mayores. Cuántas veces nos traicionamos a nosotros mismos atendiendo un teléfono en un momento inoportuno porque es lo que hace todo el mundo. Por qué aceptamos como normales comportamientos contra natura simplemente porque todos los siguen. Y lo que es peor… ¿Qué consecuencias tiene hacerlo para nuestra autoestima? Cómo afectan estos comportamientos «borreguiles» a nuestra salud física y mental.

Hoy te invito, por tanto, a ser un poco más crítico con las formas estandarizadas de reaccionar que tiene tu entorno. A que no te las «tragues» directamente, sino que las observes con objetividad y ejerzas tu libertad de elegir con qué te quedas y con qué no.
Es una propuesta para reevaluar límites que a lo mejor, con muy buena intención, te han puesto otras personas en un momento anterior de tu vida, pero que ahora, como adulto, no te representan, no tienen nada que ver con la persona en la que te has convertido.
Es posible que cuando empieces a expresar, ahora sí, tu visión, algunas personas se sientan incómodas, y sin embargo, esa no es una razón para dejar de hacerlo. Hazlo, eso sí, con respeto, con asertividad, y si puedes, con un poquito de cariño.
Tienes derecho a expresar tus propias opiniones y a tomar tus propias decisiones y estas pueden salirse de «lo que hace todo el mundo» y viendo los comportamientos que abundan en los medios de comunicación estos días… igual es una muy buena opción hacer algo diferente, ¡y nunca es tarde!
Por cierto, si quieres desarrollar tus habilidades de comunicación asertiva, a lo mejor te apetece pasarte por el taller que haremos sobre este tema en octubre, vía zoom. ¡Nos vemos!