La naturaleza humana es inquieta, aborrece la rutina y necesita estar constantemente en movimiento para dar expresión a sus capacidades creativas, por eso es tan maravilloso y tan estimulante emprender nuevos proyectos.
Aunque en alguno o varios puntos se cruzan, los proyectos pueden ser profesionales: una nueva empresa, un nuevo trabajo, una nueva formación, o personales: una nueva relación, una nueva ciudad, unos nuevos amigos…
Lo que no suele ser tan “estimulante” son los miedos y las dudas que por definición acompañan a cualquier cambio, y todo nuevo proyecto constituye un cambio, supone salir de nuestra zona de confort, de lo conocido, de nuestro “chiringuito”, y explorar terrenos inciertos y eso, ya de entrada, no nos gusta. Pero la alternativa es quedarnos donde siempre y esto, afortunadamente, tampoco nos gusta.
Por tanto, nos vemos empujados por nuestra propia naturaleza a hacer cambios, y eso es bueno, significa que estamos creciendo, significa que estamos aprendiendo, que nos estamos desarrollando y fundamental: que nos estamos adaptando a esta vida tan desafiante, y al mismo tiempo, tan apasionante, que tenemos la suerte de vivir.
En los últimos días, en los que me encuentro desarrollando una nueva línea de negocio, he tenido la oportunidad de comprobar lo bien que funciona la estrategia del Plan B, para convencer a esos miedos y a esas dudas, de que estamos en el camino correcto y de que nuestro proyecto necesita tiempo. Empiezo por este último, con respecto a él, Ana (*) me explicaba: “Lola, cuando estás emprendiendo, necesitas sembrar y esperar, para después cosechar… no puedes estar permanentemente removiendo la tierra para ver si ya sale la plantita; la plantita necesita tiempo para germinar”.
Con respecto a las dudas y a los miedos, uno se pregunta: ¿Estaré haciendo lo correcto? ¿Será esta la estrategia adecuada? ¿Habrá alguien al otro lado de la pantalla? Es lógico que nos hagamos estas preguntas y lo primero que uno necesita hacer para responderse es ponerse un plazo lógico para probar esa estrategia, el que necesite la “plantita” para crecer y pasado ese plazo, revisar los resultados y cambiar de estrategia si es necesario, pero darle tiempo a que dé sus frutos… sin precipitarnos.
Por otra parte, trabajar estos días en un borrador de Plan B, me ha dado la tranquilidad de saber que si esta estrategia no funcionara, ya sé lo que voy a hacer a continuación.
Cuando no tenemos plan B, experimentamos una sensación de vacío cuando pensamos… ¿Y si esto no funciona… ¿entonces qué? Y esa sensación de vacío no nos gusta. ¡Es lógico! Nuestra naturaleza aborrece el vacío y se ocupa rápidamente de llenarlo con lo primero que le viene a la mente, y si lo primero que le viene a la mente son los miedos y las dudas… Por eso es tan importante trabajar un poco en ese plan B, para que el vacío se llene con él, para que siempre encontremos alternativas; desde mi punto de vista esta es una clave para nuestro bienestar emocional, ser siempre capaces de generar alternativas, y cuantas más ¡Mejor!
Pues ya sabes, si estás emprendiendo lo que sea, y no tienes plan B ¡Ponte a trabajar!
(*) Ana Laura Spósito, mi Coach.
¡Me has despertado! Es cierto: Voy a dedicar un ratito a pensar en un posible Plan B, tengo la impresión de que esto me proporcionará tranquilidad, alejará algunos miedos. ¡Gracias!
No sabes cómo me alegro… recuerda que el miedo nos informa de que no nos sentimos preparados… y por tanto, una buena forma de convencerle de que no le necesitamos es precisamente eso.. ¡PREPARARNOS! Un besazo y gracias guapa.
No remuevas mucho la tierra que como sigas sembrando así de bien, te va a dar en las narices la sequoia que te va a salir, guapa… nada de «plan-ti-ta»
ja aja ajajajja Emma, ¡Qué graciosa! No sé si será una sequoia o un cáctus, pero Chica, yo por el camino me lo paso muy bien. Ya te contaré lo último que se me ha ocurrido… tú ves fijándote en los lunares, y no me refiero a los de tu cara… ; > ¡Un besazo niña!