Aunque a la mayoría de los seres humanos no nos gusta mucho enfrentarnos a los cambios, tenemos una capacidad de adaptación impresionante.
Esta capacidad de adaptación, muy positiva en ocasiones, como casi todo en la vida también tiene su cruz y sobre esto quiero escribir hoy.
Si te das cuenta con frecuencia funcionamos en automático: nos levantamos, desayunamos, nos duchamos, nos vamos a trabajar, comemos, seguimos trabajando, vamos a la compra o quedamos con alguien, cenamos, nos vamos a dormir… Y vuelta a empezar con una secuencia parecida.
Este funcionar en automático, nuevamente tiene sus ventajas: nos ahorra un montón de energía que de otro modo tendríamos que invertir en estar permanentemente tomando conciencia y decisiones sobre cada paso que damos; también tiene sus inconvenientes: podemos pasar por alto, multitud de situaciones e información sobre la que nos vendría muy bien pararnos a reflexionar, a sentir y a emprender acciones diferentes.
En automático puedes llegar a acostumbrarte a recibir un trato inadecuado por parte de tu pareja, de tu jefe, de un compañero o de una amiga, puedes adaptarte a la idea de tener un trabajo que te hace infeliz, o a seguir con unos estudios que no tienen nada que ver con lo que realmente te gustaría hacer.
Hoy te invito a practicar más la auto-observación, no quiero decir con ello que te pases el día analizando cada detalle de las cosas que pasen, pero sí que te tomes un rato, con una frecuencia que sea cómoda para ti, tal vez un rato los domingos, a repasar las cosas que has hecho, las experiencias que has vivido, las relaciones que tienes, y para ello, no te olvides de utilizar tu “Brújula para Navegantes Emocionales”, un libro de Elsa Punset que te recomiendo. Sí, las emociones te van a dar mucha información relevante sobre esas cosas que a veces pasas por alto, para que dejes de hacerlo y no te pase como a la rana de un experimento que nos contaba Francisco Yuste en clase: a la pobre, la metieron en un recipiente con agua, y acercaron al recipiente una fuente de calor, de forma que cada día, subían un poquito la temperatura… La rana, muy adaptada a ese hábitat, no tomó conciencia de la mucha temperatura que estaba alcanzando el recipiente y permaneció en él… cualquier otra rana, al ser introducida en él, habría saltado despavorida… Supongo que imaginas lo que ocurrió con la rana…
Si necesitas apoyo a través del coaching para trabajar tu auto-observación, o algún “aumento de temperatura” al que te hayas adaptado de forma poco satisfactoria, no dudes en contactar conmigo.
Joder Lola. ¡¡¡Pobre rana!!!
Jaaaaaaaaa jajaja, hermana, yo no he diseñado el experimento… yo solo lo cuento… jaaaaaaaaajajaja
Gracias Lola por recordarnos la importancia de la auto-observación, no de forma obsesiva, sino como una especie de «control de calidad» que pasa por tomar consciencia de lo que hacemos en nuestro día a día.
Un abrazo.
Gracias a tí Polo, por tu aportación. Me gusta lo del «control de calidad». Otro abrazo!
Bonito post, gracias Lola por tus re-flexiones – ocasionalmente el devenir de los acontecimientos se parece a una vía estrecha de sentido único – se trata únicamente de una falsa percepción? hay vías alternativas que me lleven a una gran avenida, con amplias aceras peatonales y cafés con terraza, aunque para llegar haya que atravesar antes oscuros callejones? qué potencial de cambio albergamos cada uno de nosotros? podrá realmente la rana salir del cazo?
Xavier, ¡eres el rey de las metáforas! Te confieso que siempre tengo que leer tus post dos veces y releer el mío para recordar lo que he escrito… 😉
Yo creo que sí, a veces entramos en «túneles» y necesitamos atravesarlos para llegar a una bella explanada soleada y verde. ¿Es necesario pasar por esos túneles? Sí, forma parte de nuestro proceso de crecimiento personal en ese momento, pero merece la pena, aunque a veces duela un poquito.
Con respecto al potencial de cambio que albergamos cada uno, yo creo que es enorme… En función del nivel que hayamos alcanzado en nuestro desarrollo, a la hora de enfrentarnos a cada cambio, nos va a costar un poco más, o lo vamos a afrontar con una soltura envidiable, pero potencial tenemos mucho muchísimo.
Si la rana se auto-observa de vez en cuando, tomará conciencia de los riesgos a los que está expuesta y saltará hacia aguas más frescas y menos peligrosas…
Gracias Xavier!!