Pensar es bueno, yo diría que incluso muy recomendable: observar, analizar información de forma objetiva, tomar conciencia de cosas importantes, saber por qué me siento enfadada o triste en un momento dado, tomar decisiones, planificar, etc.
A pesar de ello, hay ocasiones en las que conviene evitar pensar:
– Cuando estás dándole una y mil vueltas a alguna idea recurrente, sin llegar a ninguna conclusión, consiguiendo únicamente ponerte más y más nervios@.
– Cuando estás cansad@ mental o físicamente.
– Cuando estas enferm@.
– Cuando anímicamente no te sientes bien.
Aunque estés pasando por una etapa desafiante, si te das cuenta, hay momentos a lo largo del día en los que te vas a sentir mejor, y otros en los que te vas a sentir peor. Yo te invito a aprovechar los primeros para pensar, planificar, etc. Y en pasar los segundos tomándote ratos para sentir, para después pasar a la acción con actividades que no requieran un nivel de atención muy alto y que simplemente respondan al objetivo de distraerte: trabajos mecánicos (ordenar papeles, limpiar…) ver la tele, dar un paseo, leer, jugar con el ordenador, ver fotos, escuchar música, lo que sea que te distraiga. ¿Sabes lo que te distrae? Pues ya tienes la primera tarea… Y si no lo sabes, prueba, pregunta a la gente de tu entorno qué hacen ellos para distraerse y juega…
Después, cuando te encuentres mejor, reflexiona y ACTUA. Cuando llegue el momento de actuar, no te pares mucho a pensar… actúa y después, tómate un rato para evaluar los resultados. A veces es peor pensar en hacer algo, que hacerlo realmente… ¿Verdad?
Si necesitas apoyo en el proceso de pensar, actuar y distraerte, puedes contactar conmigo. ¡Gracias!