Hola,
Estaba yo pensando… ¿y sobre qué podría escribir hoy? ¿Qué podría yo compartir con mis amables lectores? Y como prácticamente siempre que me pongo a escribir, he optado por hacerlo sobre algo que tengo en este momento en la cabeza, sobre lo que estoy reflexionando con motivo de alguna o más de una experiencia vivida.
En esta ocasión quiero hablar de una interesante palabra: la aceptación. Es una palabra con la que personalmente durante muchos años, me llevé bastante mal; hace ya algún tiempo solía ser bastante “revolucionaria”, extremadamente proactiva – por eso me dedico a lo que me dedico… ;D -, y cada vez que alguien me planteaba “Lola, no se puede hacer nada, esto es así y ya está…” yo contestaba cargada de ironía y un poquito de mala leche: “claro, a resinarse como los pinos… ¿no?” obteniendo una mirada cargada de impotencia por la otra parte.
Si llevas tiempo leyendo lo que escribimos los que nos dedicamos a esto del coaching, observarás que siempre estamos tratando de darte “pequeñas patadas en la espinilla” para empujarte a la acción, para que no te resignes… para que no aceptes un “sí porque sí” o una vida decidida por otros, y sin embargo, hoy, en cierto modo, te voy a decir todo lo contrario.
Por supuesto que sí, que hay que luchar por lo que uno quiere, levantarse una y mil veces para ir en pos de los sueños que cada uno albergue, y también, de vez en cuando (solo de vez en cuando…) hay que pararse a analizar una situación, unas habilidades, unos recursos… y con honestidad plantearse abiertamente: ¿estoy luchando por un imposible? ¿Esto es algo que realmente depende de mí? ¿Es algo sobre lo que tengo alguna posibilidad de influir? O esto escapa completamente de mi ámbito de actuación, de “Respon – s – habilidad” (habilidad para responder) y lo único que puedo hacer es aceptarlo. Si te encuentras delante de una de estas situaciones, te vas a dar cuenta por la paz que vas a sentir cuando dejes de luchar contra un muro y por la cantidad de energía que va a quedar disponible para ahora sí, pasar a la acción, con aquellos logros que sí dependen de ti, que sí que sí… recaen en tu ámbito de responsabilidad.
Así que hoy te invito a que dediques algún día de este precioso noviembre, de esta estación que tanto invita a la renovación, a pensar ¿hay algo que no estoy queriendo aceptar? ¿Cómo cambiaría mi vida si dejara de desgastarme con este tema?
Gracias por el post Lola, como siempre muy interesante y cierto tu comentario. Ayer justo me comentaba una amiga el caso de una familia que queria tener un hijo, lo intentaron durante tres años con mucho estres durante ese tiempo. Al final decidieron acceptar que quizas no podrian ser papas y se relajaron. El dia menos esperado ella se quedó embarazada:-)
Qué bien Rosa! Este es un ejemplo de los difíciles, porque en la decisión de ser papas, hay factores que dependen de uno y otros que escapan a nuestra influencia… En casos así, hacer lo que ellos hicieron me parece un acierto: poner un límite, una fecha a partir de la cual, aceptamos la situación y seguimos adelante con nuestra vida… ¡y mira! Me alegro mucho, dales la enhorabuena de mi parte y gracias por compartir Rosa!