Jueves, 18:00 h, voy a salir del trabajo, uff vaya día, estoy molida, qué tensión y qué estrés, además he dormido mal. ¿Qué hago? ¿Voy a baile o no? La verdad es que me da bastante pereza, no conozco casi a la gente, ¿y si no me gusta? ¿Y si me aburro? Además no quiero llegar muy tarde a casa, que mañana Jürgen se va de viaje. ¿Durará mucho? Y si vienen pocos, ¡vaya corte…! ¿Y si no les entiendo? Seguro que son todos alemanes, o extranjeros que lo hablan muy bien, no como yo…
Martes, 18:00 h, he descansado un poco después de trabajar, me he quedado dormida viendo la tele, me apetece mucho seguir durmiendo. Fuera nieva, hace mucho frío, es de noche. De repente recuerdo que había planificado ir a clase de Step, a las 18:30 h… ¡Uff! Qué pereza… con lo cansada que estoy y lo mal que he dormido, y además estoy con la regla, y he tenido un día muy pesado en el trabajo, y la clase es agotadora, y todos se quedan a una segunda clase menos yo, que soy la más floja… y tendría que darme prisa si no quiero llegar tarde… Observo con familiaridad la catarata de escusas que estoy poniendo, como suelo hacer cuando me enfrento a algo que en este momento no me apetece, pero que sé que me viene bien. Realmente cuando una es creativa lo es hasta para poner excusas… 😉
Estas son dos historias reales que me han pasado recientemente. Las comparto contigo porque me parecen situaciones de lo más cotidianas a las que estoy segura de que tú también te enfrentas con frecuencia.
¿Qué pasó después de la catarata de excusas? Contraataqué con todo el equipo: vale, ya sé que ahora me da un poco de pereza, pero sé que luego me voy a sentir de maravilla. Se me va a poner un “tipín” estupendo con el ejercicio, además, me hace falta para la espalda y el resto de la semana voy a estar haciendo otras cosas y me voy a mover poco. Ya he pasado antes por esto y precisamente, si hay alguna posibilidad de dormir mejor, es moviéndome primero. Venga Lola, anímate un poco mujer, ¿quién lo ha planificado? (yo misma…) y ¿por qué? Porque es bueno para mí… ¿y qué es lo peor que puede pasar? ¿Realmente sería tan terrible? Qué va hombre… ¿Recuerdas tus objetivos para 2016…?… Sí, bailar más… Pues deja de pensar y ¡HAZLO!
Y digo yo ahora… ¿realmente habría sido tan catastrófico no ir? Sucumbir a la calidez del sofá o encaminar mis pasos hacia casa en vez de hacia baile. Pues hombre, realmente no… habría disfrutado de un día más “plano” pero no se hubiera acabado el mundo. ¿Y si esta fuera la tónica habitual? ¿Y si siempre que algo me da pereza lo dejo pasar? ¿Y si me salto sistemáticamente a la torera mis objetivos? ¿Pasaría algo? ¿Tendría alguna repercusión sobre mi autoestima? ¿Y sobre mi salud? …
Lo mejor de todo… ¿sabes lo que pasó cuando fui? Me lo pasé genial, me divertí, canté, bailé, hablé en alemán a gritos, me reí como hacía tiempo, sudé como un pollo (como los niños, cuando son pequeños y juegan hasta reventar… ¿recuerdas esa sensación?), flipé con la risa de la profe de step (que se parte cada vez que me equivoco), empecé a cultivar lo que pueden llegar a ser nuevos amigos y alemanes… ¡total nada! Y me sentí muy bien, físicamente y emocionalmente, sentí que me cuidaba, que hacía algo por mí, y pensé… “estoy orgullosa, esto debe ser amor”…
¿Te vas a acordar la próxima vez que algo te de pereza? ¡Cuéntame!
Muy bueno este articulo. Estoy de limpieza y leyendo cosas que no hice porque no pude en su momento. Totalmente de acuerdo. Es un fiel reflejo de la realidad y por supuesto que me identifico con él al 100% desde la primera hasta la ultima palabra.
Muchas gracias 🙂
Yo también pienso que a veces tenemos que aparcar las excusas y simplemente ponernos manos a la obra para hacer algo que es bueno para nosotros, y después recoger los frutos 🙂