Tal vez te estés planteando hacer un proceso de coaching o conoces a alguien que lo esté haciendo y queráis saber qué garantías debéis buscar en un buen profesional. En mi opinión, un coach profesional, ha de ser una persona que aúne competencias curriculares, personales así como de comunicación y organización de la información, que aportar a los procesos de coaching.
En el apartado Curricular, el coach profesional enriquecerá tanto más su labor cuanto más vivencias personales y profesionales acumule en su experiencia de vida. El ofrecer un gran abanico en este sentido, le permitirá conectar con el cliente desde la complicidad de compartir experiencias en diferentes ámbitos. Es igualmente conveniente, que presente una vasta experiencia en el área de su especialización. De manera que aunque el Coach no sea un Mentor, facilitará el proceso de comunicación y la comprensión de su interlocutor si conoce la jerga y la casuística de un entorno corporativo, médico o tecnológico, por citar algunos ejemplos.
Por otra parte, el sumar experiencias personales diversas, con personas diferentes y en culturas distintas, serán factores que habrán contribuido a desarrollar una fuerte empatía y la necesaria flexibilidad que requiere la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona.
Además de la experiencia de vida, el coach profesional debería aportar una sólida, homologada y específica formación en coaching personal y/o profesional. Esta formación deberá contener un programa acreditado por al menos una de las Asociaciones de Coaching reconocidas nacional o internacionalmente. Asimismo, el coach profesional formado por una de estas instituciones, habrá de pasar por un proceso de certificación con al menos una de estas Asociaciones. De esta forma, se garantiza la capacidad, la calidad y la ética de los servicios de coaching ofrecidos por el profesional y se ofrece a los usuarios garantías diferenciadoras frente a las personas que en la actualidad ofrecen servicios de coaching desgraciadamente sin estar cualificadas para ello, con el perjuicio consecuente para la imagen que proyecta la profesión de Coach. Lógicamente el desempeño de su labor, se verá mejorado a medida que acumule experiencia en procesos profesionales de coaching.
Por otra parte, según decía, el profesional deberá tener una serie de competencias personales. Además de la comentada empatía, ha de ser capaz de generar confianza en el cliente de forma que este se sienta a gusto hablando con él. Para ello es importante que mantenga y transmita una visión objetiva y neutra de su interlocutor. Es muy poco probable que un cliente se sienta cómodo si de alguna forma se siente juzgado por su Coach. Será asimismo importante que sea capaz de ilusionar, motivar y transmitir a su cliente el gran potencial que tiene. El Coach profesional confía en este y le transmite esta concepción, ve sus posibilidades de desarrollo y mejora, siendo capaz de devolverle un feedback positivo y proactivo. De esta forma sabe trasladar al mismo la responsabilidad sobre su proceso de coaching y la importancia de que asuma su compromiso con el logro del proceso, como factor fundamental a la hora de garantizar la consecución del mismo. Para llevar esto a cabo, ha de tener la capacidad de encontrar una forma de comunicarse que combine la suavidad con la firmeza.
Sin perder su humildad, el profesional del coaching inspira e influye en su cliente con su ejemplo, así como con su autenticidad y coherencia. Comparte experiencias personales que puedan resonar en los procesos de este, con el deseo de apoyar, aportar y compartir herramientas que él mismo utiliza desde la certeza de su eficacia.
Otro rasgo personal de estos profesionales es la buena autogestión emocional, el aplomo y la capacidad de empatizar con su interlocutor evitando al mismo tiempo el contagio emocional. Debe encontrar un equilibrio entre la cercanía y la distancia emocional que garantice un buen desempeño de su trabajo, sin menoscabo de la calidad del vínculo Coach-Cliente.
Con respecto a las habilidades de comunicación y organización de la información, el experto en coaching acompaña y refuerza a su cliente en el proceso de llevar a la acción las ideas y proyectos objeto del proceso contratado. Al estar orientado a resultados y al cliente, es capaz de aportar claridad, devolviendo pensamientos y conceptos estructurados ante las ideas desordenadas y dispersas que en ocasiones recibe. El coach exhibe así la dedicación que requiere esta profesión para seguir y adaptarse al ritmo expresivo de su interlocutor.
Por último, nuestro profesional del coaching debe tener una alta sensibilidad para ver más allá; combinando el lenguaje no verbal, el verbal y el paraverbal recibidos del cliente, con la energía percibida en cada momento, además de la información facilitada en el presente y en el pasado por este. Sumando su propia intuición, es capaz de sacar conclusiones que van más allá de lo aparente, de lo que se evidencia a primera vista.
Te dejo pensando, no sin antes recordarte que si estás en Múnich, tal vez te apetezca pasarte por el taller del mes que viene: será sobre EQUILIBRIO Y AUTOESTIMA, el sábado 5 de agosto. Más abajo encontrarás información, tal vez quieras pasársela a alguien que quiera acceder a herramientas para trabajar su autoestima.¡Nos vemos! 🙂
Más abajo te dejo también la programación de tallercitos en Múnich y en Madrid. 🙂
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