Tod@s nosotr@s tenemos mucho en común. Entre todos los aspectos posibles, destacaría en este momento, que todos antes o después vamos a pasar por experiencias dolorosas. Algunos empezamos pronto a encontrarnos con la cara menos amable de la vida, otros tardarán más, pero en algún momento, todos lo vamos a experimentar, es natural.
En ocasiones, estas experiencias, traen debajo del brazo un regalo: el gran Luis Rojas Marcos habla de un Crecimiento postraumático, y es que efectivamente, la persona resultante de ese proceso es una especie de versión “2.0.” de la que era antes. Cuando esto sucede, podemos cometer el error de venirnos arriba… “dormirnos un poco en los laureles” y pensar…”jo, qué guay, ahora soy la reina del mambo, nada de lo que pueda pasar me va a volver a llevar a esos momentos tan difíciles que he vivido. ¡Nunca mais! Ahora sabré sortear cualquier dificultad que me presente la vida”. Y precisamente la vida, en su afán por favorecer que sigamos aprendiendo, creciendo y convirtiéndonos en personas cada vez más sabias, es posible que en algún momento nos envíe otra leche – experiencial… que nos haga sentir que volvemos a comer polvo, y nos lleve a preguntarnos… pero ¿cómo puede ser esto posible? Si yo ya había aprendido de esa y aquella otra experiencia, si creí que estas pantallas ya las había superado…
Y, normalmente, es en ese momento, en el que nos damos cuenta de la poca influencia que tenemos sobre nuestra vida. Para contrarrestarlo, podemos tratar de hacer algo muy tonto y muy humano: querer controlarlo todo… pero cuanto más tratamos de controlar, más nos damos cuenta de lo poco que podemos influir en los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor.

En algunos casos, según vamos avanzando por ese sendero, si tenemos suerte y perseveramos mucho, nos encontramos con otro maravilloso regalo: aprendemos que no podemos decidir el comportamiento de las personas con las que nos relacionamos, no tomamos sus decisiones, apenas tenemos influencia sobre las cosas que nos dicen, no tenemos ningún control sobre los fenómenos atmosféricos, climáticos, sociales, políticos… Somos sólo unos simples humanos, PERO, sí tenemos el 100% del control sobre las cosas que nosotros hacemos, decimos, decidimos… o no hacemos, o no decimos, o no decidimos… y entre esa parte que recae directamente en nuestro ámbito de responsabilidad, podemos tomar una decisión muy importante, una decisión que, si la tomamos de verdad, puede cambiar nuestra vida: PODEMOS ACEPTAR QUE LAS COSAS SON COMO SON, adaptarnos y entender que todo está en su proceso natural de evolución, que las cosas que suceden – aunque no siempre lo entendamos – son necesarias, que todo sucede por algo, que todo es como ha de ser, que nosotros – felizmente – no tenemos ningún control sobre la mayoría de las cosas que ocurren (¿os imagináis cómo sería nuestra vida en el planeta Tierra si pudiésemos conseguir cualquier cosa que deseásemos cada uno de nosotros? Yo creo que ya nos habríamos extinguido…) en definitiva, podemos ABRAZAR LO QUE SUCEDA y entonces, y sólo entonces, si activamente nos entrenamos en alentar esa sabia perspectiva de la vida, habremos conquistado un poquito de paz interior, de la buena… ¿esto es una garantía de algo? De nada en absoluto… jajajaja, en cuanto se nos vuelva a olvidar, estaremos de nuevo en la casilla de salida… pero si nos entrenamos en recordar, es posible que cada vez pasemos algo menos de tiempo comiendo polvo… 😉
¿Cómo lo ves? ¿Crees que esto es posible? ¿Has experimentado vivencias parecidas? Por favor… ¡comparte! Muchas gracias por estar ahí, siempre, al otro lado… y Felices Fiestas en las que puedas “abrazar lo que es”.
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