En esta ocasión, Laura me ha pedido que escriba sobre este tema: los desafíos a los que nos enfrentamos cuando, viviendo ya en un país que no es el nuestro, las circunstancias nos obligan a afrontar un nuevo traslado.
Conozco más casos como el de Laura y ciertamente, en los últimos tiempos vengo observando que hay una cierta tendencia a repetir la experiencia de cambiar de país o ciudad, una vez que ya ha habido una “primera vez”. Detrás de este hecho se esconden cláusulas de “movilidad geográfica” firmadas con empresas, parejas “viajero/inquietas” o simplemente el anhelo de encontrar mejores oportunidades.
Por los casos que conozco, (como el de mi buena compañera Isis, a quien agradezco que haya acudido rápidamente a aportar), en el hecho de que este nuevo traslado se lleve mejor o peor, influye bastante el nivel de participación del miembro de la pareja afectado en la toma de la decisión: cambia bastante la cosa cuando nuestra pareja nos plantea el tema, a cuando somos nosotros en primera persona los que tomamos la iniciativa.
Como es de suponer, en el primer caso, es más probable que surja un rechazo por parte del “trasladado forzoso” y aún y así, no deja de suponer un nuevo abanico de posibilidades también para él, no solo para su pareja.
Es cierto que a las personas no nos gustan los cambios, pero cuando afrontas un segundo, tercer o… “x” traslado, ya no eres “virgen”, ya tienes una experiencia que puedes y debes rescatar: ¿Recuerdas qué hiciste cuando llegaste a tu emplazamiento actual? ¿Cómo estableciste las prioridades? ¿Cómo te moviste para conocer gente? ¿Qué funcionó para aprender el idioma? …
Empezar por contestarte este tipo de preguntas prácticas, te ayudará a rescatar información valiosa; si además continúas por responderte a otras de carácter más emocional, como: ¿Qué pensamientos te ayudaron a sentirte mejor y más capaz? ¿Qué pensamientos propiciaron que te sintieses más insegur@?… Empezarás a tener material muy jugoso con el que trabajar, potenciando los pensamientos del primer tipo y generando alternativas más positivas para los del segundo.
Una buena lista con tus recursos y otra con las nuevas oportunidades que puede representar el cambio en lo personal y en lo profesional, empezarán a ponerte “emocionalmente macizo”, como diría Paco Yuste (mi querido Tutor…). ¿Qué experiencias te habrías perdido si no hubieses vivido aquí? ¿A qué maravillosas personas hubieras dejado de conocer? ¿Qué idioma habrías dejado de aprender? ¿Qué nuevos aprendizajes profesionales no tendrías…? ¿Sigues tú?
Ten muy presente también la enorme capacidad de adaptación que como seres humanos tenemos, cuando te quieras dar cuenta…. REPITO, cuando te quieras dar cuenta… Estarás allí como si llevaras toda la vida ¿Cuántas veces te has sorprendido a ti mism@ repitiendo esta frase?
¡Feliz traslado y no dejes de aprovechar la increíble oportunidad de crecimiento que esta experiencia a buen seguro va a representar para ti!