Ahora que para la mayoría terminan las vacaciones de verano y empieza el nuevo curso, quiero volver a escribir sobre una emoción que nos suele acompañar en momentos de cambio: el miedo. Con la llegada de estas fechas, es frecuente que empecemos a pensar en nuevas metas, en nuevos objetivos: tal vez nos estamos planteando abordar un cambio profesional, tal vez personal, es posible que nos ronde por la cabeza invertir tiempo y dinero en una formación, o en una nueva actividad que dé más sentido a nuestra vida y nos permita contribuir, dejar nuestro pequeño legado, nuestro granito de arena, nuestra aportación en este paso por la vida.
Frecuentemente, cada vez que nos planteamos dar algún paso en esta dirección, suele estar acompañado de esa sensación tan familiar para muchos, de ese uff… miedito, a la incertidumbre, a salir de nuestra zona de confort, a plantearnos qué pasará si… si seremos capaces de…
Bien, hoy quiero invitarnos, a poner nuestro foco de atención en nuestros objetivos, en vez de en nuestros miedos. Dejar que nuestro miedo haga su trabajo, nos acompañe, escucharle, aprender de él, tomar nota de sus advertencias y aprendizajes, prepararnos… y seguir adelante, con la atención puesta en esa nueva ilusión, esta nueva etapa, este sueño, ese pequeño granito de arena al que estamos dando forma. En definitiva, ir sustituyendo paulatinamente miedos, por ilusiones.
Para reforzar estas palabras, hoy voy a compartir las de Alex Rovira, por haberlas inspirado con un texto tan alentador:
“Arriesgarse a ser libre”
Reírse es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental.
Alargar el brazo para coger a otro es arriesgarse a implicarse.
Mostrar los sentimientos propios es arriesgarse a mostrarse uno mismo.
Exponer tus ideas o sueños ante una multitud es arriesgarte a perderlos.
Pero se tienen que correr riesgos.
Porque el mayor peligro en la vida es no arriesgar nada.
Si no haces nada, si no arriesgas nada, tu existencia se oscurece.
Es probable que de este modo evites sufrimientos, pero no vas a aprender, a sentir, a cambiar, a amar ni a vivir.
Encadenado a una actitud de miedo, uno se convierte en esclavo…
Y pierde su libertad.
Sólo eres libre si te arriesgas.
Por un septiembre “arriesgado”. ¡Salu2 cariñosos desde Múnich!