Elsa Punset, en „Brújula para navegantes emocionales” lo describía muy bien cuando decía algo así como: nuestra relación con los demás es la mayor fuente de satisfacción y al mismo tiempo, la mayor fuente de conflictos, concretamente aludía al “…deseo contradictorio de los humanos de formar parte de la vida de quienes nos rodean y de la ansiedad simultánea que provoca ese contacto”.
Es cierto que somos animales sociales, necesitamos el contacto con los demás, nos desarrollamos y crecemos a través de la superación de experiencias, en la mayoría de las cuales no estamos solos, y sin embargo, en ocasiones, el contacto con los demás nos desanima.
Eso ocurre cuando sentimos que no tenemos suficientes habilidades de comunicación con ellos, que no sabemos poner límites, y esto tiene mucho que ver con nuestra autoestima y con una habilidad muy interesante que es la asertividad.
Cuando yo me comporto de forma asertiva, transmito que tengo derechos y que tú (con quien me estoy comunicando) también los tienes; este tipo de comportamiento se diferencia de comportamientos agresivos, en los que asumo que yo tengo derechos, y tú no, o por el contrario, de comportamientos inhibidos, en los que yo no tengo derechos y tú sí.
¿Con cuanta frecuencia nos pasan cosas como estas?: Entras un momento al correo electrónico para enviar un mail y al rato, te encuentras contestando 5 mails que no son urgentes, pero como las personas que los han escrito reclaman una contestación, decides que “TIENES QUE contestar ya”, aunque eso suponga dejar de hacer algo importante y urgente, que tenías previsto a continuación.
Otra situación que se me ocurre: hace sol y quieres salir a disfrutar de un buen paseo, y expresas a tu pareja esa propuesta, a lo que te responde, “sí PERO, primero necesito terminar esto”; pasan 3 horas, se ha ido el sol y te quedas sin paseo.
No sé si son situaciones que os suenan, puede ser cualquier otra situación, lo que quiero resaltar hoy es: solo cada uno de nosotros podemos decidir qué hacemos en cada momento con nuestro tiempo, a qué lo dedicamos y cuándo… El mismo derecho que tienen los demás a pedirnos algo, tenemos nosotros a decir que no (y viceversa…), o simplemente que ahora no, o sí pero de otra forma, no sé si me explico. Es nuestra responsabilidad poner en cada situación los límites que establezcamos: ¿Podemos elegir contestar a ese mail? Claro que sí. ¿Podemos asumir cambiar los planes y quedarnos sin paseo? Por supuesto, lo importante en todo esto es que hagamos una elección consciente de la decisión que estamos tomando, que nos auto-observemos un poco, que analicemos la situación y decidamos qué queremos hacer en ese momento.
Con frecuencia, nos pasa que no hacemos este análisis, y luego nos encontramos enfadándonos mucho porque los demás no responden a nuestros mails con la misma rapidez que nosotros… o porque nos hemos quedado sin paseo al sol… Cuando somos nosotros los que hemos elegido hacerlo así.
Espero que os sirva… Buena semana con un día que empieza a ser un poquiiiiiiiito soleado por estas tierras.
Me encanta esa forma de recordarnos a ser asertivos con nosotros mismos para decir no a las auto-imposiciones y hacer valer nuestro derechos. Si no aprendemos a hacerlo con nosotros mismos, va a ser difícil que lo hagamos con los demás.
Gracias Lola.
¡Qué razón tienes Polo! Hay que mantener a raya al exigente que todos llevamos dentro y tratarnos con más respeto… Ya decían que la caridad empieza por uno mismo ¿verdad? Gracias desde el otro lado del charco… 😉