Empieza el nuevo curso y con él, quiero compartir un mensaje inspirador que me hace llegar mi maridito. Él es una persona que tiene la costumbre de tropezarse con personas excepcionales y lo más importante de todo, de darse cuenta de ello.
Todos nos cruzamos a diario con personas increíbles, lo que ocurre es que frecuentemente estamos tan concentrados en nuestro diálogo interior o en el teléfono inteligente… que pasamos de largo ante ellas sin reparar en el regalo que tienen para nosotros. Él me contaba el otro día, que cuando fue a pasar el TÜV (la ITV alemana) se encontró con un empleado que sorprendentemente no solo no estaba aburrido de decir a cada cliente: “intermitente izquierdo, intermitente derecho, freno…” sino que le recibió con un flamante: “¡hola! ¡Vamos a hacer de este momento una bonita experiencia!”.
En otra ocasión, un vendedor de Crepes en un biergarten compartió con él que no concebía hacer un trabajo mejor que ese, siempre poniendo sonrisas en la boca de sus clientes al disfrutar de una deliciosa y jugosa crepe con Nutella… ¡¡ummm!!
Me viene también a la cabeza un empleado griego, que viene anualmente a cambiar el contador de la calefacción y que siempre llega acompañado de su sonrisa, recordando que yo soy española, y compartiendo un rato con nosotros para comentar lo bien que se siente en este país y en este trabajo, e interesándose por cómo están las cosas en “Spanien”.
Estas personas son excepcionales, ¿por lo que hacen?… ¿Por los conocimientos que tienen?… ¿Por el dinero que ganan?… No. Son excepcionales por la sabiduría que tienen, por su saber hacer, por saber disfrutar de su tarea diaria y convertirla en un momento de inspiración para las personas que tienen “la suerte” de cruzarse con ellos y verles… ¿Te lo quieres perder la próxima vez? ¿Quieres hacer algo para parecerte a ellos?
¿He conseguido inspirarte aunque sea un poco? ¡Qué tal si tú haces lo mismo compartiendo este mensaje con otros como tú ;)!
Por un septiembre excepcional… ¡¡por qué no!!