Borja Vilaseca lo explica muy bien: la vida es una sucesión de experiencias que necesitamos vivir para aprender. De esta forma, todo lo que vivimos trae una enseñanza para cada uno de nosotros. En ocasiones – ya se sabe que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra…. (2… ó 117 diría yo… jajajaja) – necesitamos encontrarnos varias veces con la misma situación para extraer el aprendizaje que esta trae.
Yo personalmente, pasé buena parte de mi vida encontrándome gente que se comportaba de forma borde, que me hablaba mal, que me trataba mal y durante mucho tiempo, en el trabajo, en mi vida social, personal, me encontraba de forma recurrente con personas que reaccionaban de esta forma desagradable. Cuando esto ocurría, como buena PAS (persona altamente sensible) me sentía muy afectada, alterada e incluso bloqueada y ni de lejos era capaz de expresar “asertivamente” mi opinión o mis emociones: o no expresaba nada (si no tenía confianza con esa persona) o soltaba un exabrupto lo más malsonante posible que se me pudiera ocurrir en ese momento (cuando sí había confianza…).
Durante mucho tiempo pensé que el problema era mío, que yo debía estar haciendo algo equivocado para provocar esta reacción, que era mi culpa. Enseguida apareció el victimismo… “pobrecita de mí, con lo maja que yo soy y lo mal que me trata este personaje…, ¿por qué me tiene que tratar a mi así de mal? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.
Poco a poco empecé a recorrer la senda del desarrollo personal: empecé a leer, a investigar, estudié psicología, hice cursos, me formé como coach, hablé con profesionales, con personas que tenían más experiencia de la vida y con el transcurrir de los años, aprendí muchas cosas: que yo era PAS, que podía desarrollar habilidades sociales como la asertividad para poner límites a los comportamientos agresivos de las personas, para aprender a expresar mis opiniones y mis emociones de forma adecuada, que podía trabajar la tendencia a tomarme las cosas de forma personal, que yo tengo un nivel de empatía muy superior a la media y por tanto para mí es fácil darme cuenta de cosas que otros no “ven”, etc. etc. …
Para poder transformar estos conocimientos en sabiduría – saber hacer se aprende HACIENDO… – empecé a entrenarme pasito a pasito con todas estas herramientas y ahí sigo; no todos los días son igual de fáciles, pero empiezo a sentir que, en mi camino de autoconocimiento, voy pasando de “nivel: no sé por dónde me viene el aire” a “nivel: asertividad avanzada” jajajaja.
Por cierto, cada vez me encuentro con menos comportamientos bordes ajenos… ¡curioso! ¿No?
Te dejo a continuación la programación del año que viene. ¡Ah! y no dudes en compartir este post con aquellas personas en las que hayas pensado mientras lo leías… 😉 ¡seguro que les viene bien también!